Recientemente el MoMA dio a conocer que en marzo inaugurará la muestraLatinoamérica en Construcción: Arquitectura de 1955 a 1980. Y llega con el aniversario de una exposición previa, presentada en 1955: Arquitectura latinoamericana desde 1945. ¿A qué se debe el resurgimiento del interés por la arquitectura del territorio? Seis décadas después, la experiencia latinoamericana apunta a una lección global. Esa es, como anota Justin McGuirk en su libro Ciudades Radicales(Verso, 2014), la de la informalidad. “¿A qué nos referimos con informal? La respuesta [no tan] corta es: la precariedad en los barrios, que no se definen por su carencia de forma sino porque existen por fuera de los protocolos legales y económicos que hacen a la ciudad formal. Pero los barrios bajos son caóticos. Tal vez estén en falta de los servicios esenciales pero operan bajo sus propios sistemas autorregulatorios, dando hogar a millones de personas de comunidades de escasos recursos…”
Se sabe: hoy en día el término ‘activismo’ vuelve a ser recurrente en las diferentes disciplinas creativas. Pero, ¿qué es lo que define, en la arquitectura, a un verdadero activista? La proactividad. Arquitecto: tu cliente no sabrá que existes ni podrá pagar tus servicios. De hecho, ni siquiera esperará a que le ayudes de ningún modo, porque tu cliente pertenece a la clase más baja.
Algunas de las ciudades más radicales —habitadas por personas e ideas que dan forma a las sociedades en desarrollo— se encuentran en América Latina. ¿Cuáles son? Código recupera las construcciones —no necesariamente físicas— más impactantes a partir de la investigación del periodista británico. Para dar cuenta de ella, retomamos fragmentos del título.
1. Lima, Perú
Proyecto Experimental de Vivienda (PREVI)
En 1966 el presidente de Perú con estudios en arquitectura, Fernando Belaúnde, creó una competencia internacional para resolver el problema de carencia de vivienda en la ciudad de Lima. La lista de participantes obedecía a la vanguardia de los 60: estaban James Stirling, Aldo van Eyck, arquitectos japoneses del movimiento metabolista, Charles Correa, Christopher Alexander y Candilic Josic Woods, por mencionar a los más reconocidos. En total, participaban trece equipos internacionales y trece equipos peruanos.
El proyecto, PREVI, “fue concebido por un arquitecto británico llamado Peter Land. Su idea era crear un proyecto de vivienda que contrastara con las torres que definieron la década de los sesenta en materia de vivienda social. La escala sería más humana.”
Dos años más tarde un golpe de Estado por parte de los militares removió a Belaúnde de su cargo, pero el proyecto se sostuvo y en 1969 fueron nombrados tres finalistas: los de los metabolistas, Atelier 5 de Suiza y el alemán Herbert Ohl. No obstante, lo que sucedió después fue que se pasó a un esquema piloto con la construcción de cerca de 500 casas que tuvieran el diseño de todos los concursantes iniciales. La segunda etapa multiplicaría la construcción, sólo que nunca se llevó a cabo.
“Como camino para la expansión, el proyecto evidenció uno de los principios clave de las ‘barriadas’, que es: la casa es un proceso y no un objeto estático. […] Aquí, aunque algunos de los arquitectos trataron de estipular cómo podrían crecer las casas, el crecimiento en sí era la idea completa. Y era potencialmente revolucionaria.”
“Hay 467 casas en PREVI, cubriendo cerca de 12 hectáreas. Cada una de sus 42 tipologías está dispuesta en una terraza limpia o en un clúster teselado de hasta 20 unidades. Y cada cuadrante se distingue del otro por calle o callejón. Uno te llevará a las casas de Alexander y alrededor de las de Van Eyck; otra comenzará por las de [Correa] y se convertirá en las del arquitecto danés Knud Sevensson. Es un collage de urbanismo, como una exposición en la que, en vez de haber pabellones de cada nación, le pidiésemos a cada una exhibir una calle residencial.”
2. Iquique, Chile
Quinta Monroy
“Si sólo tienes la mitad del dinero que necesitas para construir una casa familiar, entonces construyes media casa. Esa lógica matemática atrajo la atención internacional, tanto adulación como crítica.” Esta ecuación fue llevada a cabo por Elemental, el despacho dirigido por Alejandro Aravena, en Quinta Monroy, un sector de vivienda de Iquique. McGuirk le llamó “la obra maestra del diseño abierto, una plataforma de adaptación, el iPhone de la vivienda.”
En Freedom to Build (2005), el arquitecto John Turner, citado en Ciudades radicales, escribe: “Cuando la población controla la mayor parte de decisiones [acerca de su vivienda] y son libres para hacer su propia contribución al diseño, la construcción o la administración (…) tanto el proceso como el ambiente producido es estimulante para el individuo y el bienestar común.”
McGuirk se pregunta si Aravena es idealista o pragmático. El arquitecto responde: “No estoy cambiando las condiciones, las estoy aceptando. Así que tal vez podrías usar la palabra ‘pragmático”.
3. Río de Janeiro, Brasil
Las favelas
“Los libros de arquitectura afirmarán que la ciudad radical en Brasil es Braisilia. Una capital construida desde cero de acuerdo a estrictos principios modernista que define a la ciudad formal. […] No. Río, el lugar de nacimiento de la favela, es mucho más radical […] porque los retos que Río ha fallado, y que continúa afrontando, son los retos del urbanismo en el siglo XXI.”
“Hay 1.4 millones de personas viviendo en las favelas de [Río de Janeiro], lo que significa el 22 por ciento de la población dentro de los límites de la ciudad. A lo largo de América Latina, casi un tercio de todos los pobladores de ciudades viven en condiciones formales. El 85 por ciento de la vivienda es construida ilegalmente. En otras palabras, las ocupaciones y los favelados construyen más metros cuadrados en las ciudades que los gobiernos, los desarrolladores urbanos o los arquitectos. Algunos estiman que en 2030 cerca de 2 billones de personas, un cuarto de la humanidad, serán okupas. Así que, ¿cuándo reconoceremos que las favelas no son una aberración sino la condición urbana primaria? ¿Cuándo entenderemos el hecho de que las favelas no son un problema de la humanidad sino la solución? ¿Cuándo aceptaremos que la favela es la ciudad?
4. Caracas, Venezuela
Torre David
El mito de la creación de la torre dice así: en una noche del 17 de septiembre de 2007 una lluvia torrencial sacudió a Caracas. Cientos de ciudadano empapados se resguardaron bajo la Torre Confianzas, un rascacielos abandonado de 195 metros y 45 pisos. La movida fue organizada por un grupo de okupas que planeaban ingresar a la torre, vacía desde una década atrás. Acaso sus rostros fueron lo suficientemente convincentes como para que los guardias les permitieran entrar esa noche. Y no hubo vuelta atrás. Los refugiados provenientes de diferentes barrios tomaron el espacio al que más adelante llegarían sus familiares para edificar una comunidad al interior. Hasta julio de 2014, cuando la Guardia Nacional Bolivariana coordinó su histórico desalojo, aproximadamente 3,000 personas vivieron en la rebautizada Torre David, la ocupación más alta del mundo.
“La Torre David es una presencia conspicua en Caracas. Erigida en el distrito central de Libertador, es un atractivo prominente del horizonte de la ciudad. Dependiendo del lado en el que se vea, puede parecer simplemente el rascacielos posmoderno que se pretendió que fuera […] [pero], como en la historia de Jekyll y Hide, una de sus caras contradice a la otra. Su fachada más distintiva casi no está cubierta por vidrio, sólo es expuesta por el trabajo irregular de ladrillos y extrañas líneas de lavandería colgadas. Este lado es imposible de catalogar: ni rascacielos ni barrio bajo sino un híbrido. ¿Alguna ciudad ha visto antes algo así? No.”
5. Bogotá, Colombia
La escuela-ciudad del performance político
“Unas políticas verdaderamente radicales sólo pueden ser puestas en movimiento por un fuereño.” Acaso esto se cumplió en la administración de Antanas Mockus Šivickas, colombiano de ascendencia lituana que fue alcalde de Bogotá en dos ocasiones en la década de los 90 y, después, en el 2000. Filósofo, político y matemático, es el hombre que se disfrazó de Superciudadano para limpiar graffitis y aleccionar al pueblo.
“Rodeado de jóvenes antropólogos, sociólogos, estableció una especie de think tankdentro del Ayuntamiento, el Observatorio de Cultura Urbana. […] Su lista de objetivos: 1) incrementar la obediencia de la normas de coexistencia; 2) aumentar la proporción de personas que, pacíficamente, hacen que las otras obedezcan estas normas; 3) resolver más conflictos a partir de métodos pacíficos y alternativos; 4) mejorar la expresión e interacción entre los ciudadanos a través de la cultura, el arte, los deportes y la recreación.”
Una de las intervenciones más populares de Mockus fue el reemplazamiento de policías de tránsito por mimos con el fin de mejorar el comportamiento ciudadano en las calles. Funcionó. (Y las cámaras de televisión lo adoraron.) Así se cumplió el punto número 1, mientras que el 2 se realizó con la inserción de 350 mil tarjetas rojas en el tráfico, como referencia al juego favorito de Colombia: el futbol.
“Menos interesado en dejar un legado visible [de edificios y obras públicas, Mockus] se enfocó en cambiar el comportamiento de los habitantes. Y el hecho de que sus métodos pedagógicos fueran tan rentables derivó directamente en una dramática transformación física de la ciudad de Bogotá bajo el gobierno del siguiente alcalde.”
Ése fue Enrique Peñalosa, electo en 1998. Construyó 270 kilómetros de ciclovías, creando la ruta para bicicletas más extensa de los países desarrollados. Introdujo restricciones para el uso de automóviles en horas pico y construyó el servicio de autobuses TransMilenio, una red de transporte público que reemplazaría a los camiones privados. Fue él quien dijo que “una ciudad avanzada no es un lugar en el que los pobres se mueven en coches sino aquel en el que incluso los ricos usan transporte público.”
5. Tijuana, México
El ecuador político
“Tijuana es un único monstruo”, [señala Raúl Cárdenas, fundador del colectivo de arteTorolab]. Es único, no sólo por la frontera ni por el lenguaje ni por la economía, sino por su resistencia. Esto no es la ciudad de México, donde tienes cientos de años de historia, como la Plaza de Las Tres Culturas en Tlatelolco. Esto es más cercano a la ciencia ficción, al ciberpunk. Si algo nuevo va a suceder, éste es el lugar para que ocurra, porque no estamos restringidos por ninguna historia maravillosa.”
El territorio de la frontera que separa a México de los Estados Unidos es un laboratorio urbano. Por más de una década el arquitecto Teddy Cruz —originario de Guatemala— ha enfocado su trabajo en la zona en términos de lo que sucede cuando la cultura urbana de una sociedad en desarrollo colisiona con otra proveniente del mundo desarrollado. Para Cruz el potencial de la frontera es capaz de redefinir el rol del arquitecto en la construcción de ciudades.
“Tijuana-San Diego es un prospecto intrigante porque la frontera no es sólo nacional sino que forma parte de una línea imaginaria que divide el Norte y el Sur del globo, el mundo en desarrollo y el desarrollado. Esto es lo que Cruz llama ‘el ecuador político’.”
Es una ciudad de relevancia ecológica, social y política. Como ha observado Cruz, en ella se recuperan desechos de San Diego, California —el otro lado— para construir casas: puertas amarillas de garajes pasan por la autoconstrucción de los pobladores de la colonia de Los Laureles para convertirse en hogares. McGuirk les llama “collages habitables”.
Publicado originalmente en Revista Código.