Ricardo Pascoe (Columnista de Excélsior)
Los datos elaborados por el INEGI, y que fueron publicados por el Consejo Nacional de Población en 2014, describen el proceso de expulsión de habitantes del Distrito Federal. Entre 100 mil y 200 mil personas salen de la ciudad al año, y emigran preferentemente a la zona metropolitana del Valle de México, a Toluca, Querétaro o Cuernavaca. Este proceso expulsor explica la razón por la que el número de distritos electorales federales en el DF se ha reducido de 40 en 1994 a 27 distritos en la actualidad, mientras el número de distritos electorales en la zona metropolitana (Estado de México) creció a diez.
Si se promedia el número de emigrantes para dejarlo en 150 mil al año, en los 18 años de gobierno perredista, la población de la ciudad se ha reducido en 2’700,000 personas. Pudiera no haber sido de ese tamaño, pero la emigración es significativa.
El titular de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi), Felipe de Jesús Gutiérrez, describió este proceso como uno de “transformación y desarrollo, no de crecimiento”. Explicó que las personas nacidas en la década de los 70 ahora demandan vivienda y empleo, “por lo que se han tenido que trasladar a la periferia de la Ciudad de México, como parte de un proceso de transformación demográfica y económica que ha experimentado la capital”.
El secretario agregó que “entre el proceso de transformación se encuentra el derrumbe de casas, que han sido sustituidas por la construcción de múltiples departamentos, lo que debe de acompañarse con mejoras en los servicios ya que se da en colonias antiguas”.
Quizá más directo en su planteamiento que el titular de Seduvi, el urbanista José María Palacios, del Instituto Mexicano de Urbanistas (IMU), señala: “Quienes salen de las 16 delegaciones tienen motivos más bien económicos y responden a las políticas de vivienda que se implementaron en los dos sexenios anteriores (López Obrador y Marcelo Ebrard), donde los créditos otorgados iban a la periferia de las ciudades, lo que provocó que la vivienda estuviera asequible en estos lugares”.
La capital tiene la tasa de emigración interna más alta a escala nacional por mucho. De Quintana Roo, que ocupa el segundo lugar, se van apenas 51 de cada mil habitantes, la mitad de los que dejan la capital del país.
Es evidente que una de las razones fundamentales que explica la emigración de habitantes de la capital es el encarecimiento del valor del suelo y, por tanto, del costo de la unidad de vivienda en toda la ciudad. Al parecer, tanto Seduvi como IMU coinciden en que la explicación sobre la migración demográfica tiene que ver con la política de vivienda, aunque pudieran diferir en cuanto a la explicación acerca de las circunstancias que llevaron a consolidar esta tendencia.
De ahí la importancia de separar la demagogia de las intenciones reales, a la hora de discutir sobre la vivienda de interés social en el DF. En este tema, el Gobierno del Distrito Federal le ha hecho un enorme deservicio a la ciudad, al querer envolver la discusión sobre las Normas 26, 30 y 31 en un manto de oscurantismo retórico. No plantea abiertamente que considera que los programas delegacionales deben ser eliminados de golpe, porque los ve como un obstáculo al concepto de desarrollo urbano que tiene para abrir la opción de cambiar los usos de suelo de manera generalizada en toda la ciudad, y cumplir, así, con su modelo de una ciudad “compacta, vertical y policéntrica”. En vez de explicar su postura, recurre a demagogia (que ha de suponer que es hacer “izquierdismo”), sobre vivienda de interés social, cuando es evidente, porque así lo demuestran los hechos, que la vivienda que realmente le interesa promover es la de interés medio y alto.
En los 18 años de gobierno perredista, del total de la vivienda construida, sólo 5% ha sido de interés social, según datos de Canadevi Valle de México. Esto tiene su origen en el Bando Dos de López Obrador. Ese Bando abrió la especulación sobre el valor del suelo como nunca se había hecho en la Ciudad de México. Al subir el precio del suelo, la vivienda de interés social se hizo incosteable y se fue a la periferia, como dicen correctamente tanto el titular de Seduvi y Palacios.
Cuando se habla de gentrificación o elitización se refiere a familias que, debido al modelo urbanístico impuesto, son expulsadas del Distrito Federal. ¿Es ésta la sociedad capitalina que queremos construir, dividida y excluyente?
Publicado originalmente en el diario Excélsior.